9.30.2008

ecos


a la canción
que se escuchaba en la prisión,
que llegaba en eco,
venía de noche, y rebotaba desde lejos,
se oía salir de la casa de los espejos:
a la pasión
hay que prestarle atención,
no vaya a ser que esa llama un día se queme
y haga cenizas en tu pecho,
al revés y al derecho.
a la razón
hay que tomarle la presión,
no vaya a ser que se escape de las manos
y deje todo ordenado,
tan vacío y sin rastros.
a la lección
que se dictaba en el salón,
le faltaron días y noches,
para un verdadero aprendizaje,
sobre lo que estaba detrás del mensaje.
a su aflicción
cantaba con todo el corazón,
desde su ventana, desde el balcón,
para arrullar a quienes duermen sin libertad,
inocentes y culpables de aquella sociedad.

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