3.30.2007

un regalo para julia - francisco massiani


Palabra que no era fácil. Casi todo el mundo regala discos y los pocos discos de moda son tres, cuatro. Julia iba a terminar con la casa llena de discos repetidos. Además tenía sólo veinte bolívares y así no se pueden comprar sino discos o chocolates o alguna inmundicia parecida. Yo nunca le regalaría un talco a Julia. Menos, un muñeco. Tiene una colección de muñecos desbaratados en el cuarto y lo de chocolates, menos, porque sé que Carlos se los comería todos. Carlos, tan perfectamente imbécil como siempre. Lo imagino clarito: Oye Julia, dame un poquito.

Uno dice: le regalo un libro. Uno dice: le regalo cualquier cosa. Pero uno no podía regalarle cualquier cosa. ¿Con qué cara? Ayer, anteayer estaba con la cochinada de Carlos, que por cierto: fuaaa, fuaaa, y lo peor es que no tose y a mí en cambio se me salen las tripas. Fuaaa, botaba el humo, y fuaaa estiraba su pata y mataba una hormiga. Se comía un moco. Se estripaba un barro en la nariz, fuaaa, se rascaba la oreja, y después escupía el humo por los ojos, por la nariz, por la boca, por todos lados. Porque lo hace. Juro que sabe fumar. Es verdad. Fuma mejor que nadie. Y entonces te mira y dice: si llego a ser novio de Julia. Pero lo juré. Dije: por Dios santo que no se lo digo, y eso, ¿no?, así que nada. No puedo decirlo. Pero en todo caso cuento que Carlos me dijo que si Julia llegaba a ser su novia, la metía en la bañera, la llenaba de jabón y le hacía esa porquería que juré que no se lo decía a nadie. Lo peor es que yo vengo y salgo y voy a casa de Julia, porque algo tenía que hacer, ¿no?, y llega Julia y me dice así mismito:

—¿Qué vienes a hacer aquí?

Quedé tieso. Después me dice:

—Pasa.

Y pasé. Y después de que pasé me senté y ella puso un disco. Siempre que alguien llega a su casa pone un disco. Después te saluda, te mira, da tres pasos de última moda y después se echa en el sillón, tipo bandida de cine mexicano. Cine mexicano, cine mexicano... ajá:

—Oye —le digo—. Oye Julia, ¿qué tal te cae Carlos?

—¿Carlos?

—Sí, Carlos.

—¿Por qué?— cogió una revista de mujeres y modas y eso. Yo me puse a darle tambor a la mesa. Creo que pasamos como un minuto así. Me dijo:

—¿Quieres Cocacola?

Yo no le respondí. Seguí tocando tambor en la mesa. No le respondí porque me molestó que se olvidara que le había hablado de Carlos, que se hiciera la loca con la pregunta que muy bien sabía que yo se la hacía por un montón de cosas que ella sabía muy bien que yo sabía. O sea eso. O sea nada, supongo que se entiende, ¿no? Bueno. Me vuelve a preguntar:

—¿Quieres Cocacola?

Y yo:

—Te pregunté por Carlos.

—No me acuerdo— dijo.

—Yo sí— le dije—. Y muy bien.

—Bueno. ¿Qué cosa?— dijo.

—Eso que tú sabes— le dije.

—Yo no sé nada, Juan— me dijo. Y cuando la miré estaba viendo la revista.

—Bueno, Julia.— Yo tenía que hacer algo. Sabía que tenía que hacer algo—. Oye: imagínate que Carlos te regala el disco que estamos oyendo.

—¿Qué cosa?

—El disco

—¿Qué disco?

—Nada— le dije.

Nunca lo entienden a uno. Yo seguí tocando el tambor y ella se levantó del sofá, dio un brinquito, se pasó la mano por el pelo y me preguntó:

—¿Qué dijiste de Carlos?

Nunca. Nunca entiende. Yo le dije que nada, que se sentara, y ella me sonrió y se sentó. Cuando se sentó, me sonrió. Cuando eso pasa, cuando me sonríe, entonces yo aprovecho para verle la boquita, esos dos gajitos de naranja, porque es así: tiene dos gajitos de naranja, y sé por ejemplo que el labio de arriba, cuando se separa del de abajo, parece que le diera miedo dejarlo solo, y entonces tiembla un poquito, no mucho, un poquito solamente y entonces se le acerca y lo acompaña un poco y entonces entre los dos gajitos sale como un juguito que le mancha un poco las arruguitas de los labios y entonces yo siento un mareo y algo como un chicle entre las muelas y ella se me queda mirando y me dice:

—¿Qué te pasa?

Y despierto. Sé que nunca sería capaz de agarrarle la mano, nunca. Pero sabía, estaba convencido, como nunca, que tenía que hacer algo. Así que seguí tocando tambor a ver si me venía algo a la cabeza. Nada. Seguía tocando tambor. Nada. Seguía tocando y tambor y tambor y ella y tambor y nada. De repente ella me dice:

—Tengo un vestido para mañana que es una maravilla.

Yo digo:

—Qué bueno.

Y ella dice:

—Es algo que te deja desmayado.

Y yo sigo:

—Qué bueno.

Y ella:

—Lo ves y te mueres. Es de locura.

Y yo seguía con el tambor. Eso lo cuento para que vean. Bueno. En eso pasó la hermana, después una de las sirvientas de las diez sirvientas que tienen en su casa y después, un rato después, vengo y le digo:

—Julia— ni sabía lo que iba a decir—, dime una cosa: si yo te regalara ese disco y Carlos el otro, ¿cuál pondrías más en el día?

Se me quedó mirando con mirada matemática de raíz cuadrada, y me dijo:

—Éste. El que estamos oyendo.

Yo entonces estiré las piernas, la miré, le eché una sonrisita y seguí tocando tambor, pero palabra que me costaba tocar tambor, porque lo que provocaba era salir gritando y llamar al cochinada de Carlos y decirle: mira Carlos, pendejo, nunca vas a hacerle esa cochinada porque Julia y yo, ¿no?, pero justo cuando se estaba acabando el disco me dijo:

—¿Qué fue lo que me preguntaste?

Palabra que no es mentira. Se lo repetí y ella me sonrió. Y me dijo:

—Qué salvaje eres.

Nunca la he entendido. Me imaginé que debía sonreírme y me sonreí. Después me dijo:

—Lo pondría todos los días si me gustaba.

—¿Qué cosa?— Yo comenzaba a olvidar todo el plan, todo lo que tenía en la cabeza se me reventó, ya nada, juro que yo no entendía a nadie, que estaba loco, tan loco que dije:

—Julia. Quiero que mañana vayas a la fuente de soda de la esquina porque quiero darte un regalo especial.

Ella preguntando cosas hasta que por fin aceptó y a las tres y media era la cosa. O sea que a las tres y media nos íbamos a encontrar en la fuente de soda. Así fue que salió lo del regalo. Por eso lo conté.

Total que hoy vengo y cogí lo que me dio mamá y salí a la calle. Me metí en todos lados. Vi todas las vitrinas. Entré en todas las tiendas y ni sabía qué podía regalarle. Pero no soy tan imbécil: si le dije que el regalo era especial por nada del mundo le doy cualquier cosa. Eso era lo que pensaba cuando estaba mirando el conejo. Porque en una de esas vi un conejo. Ustedes lo han visto. Está por ahí, en una de esas tiendas de Sabana Grande, y es un conejo blanco. Es un conejo más grande que un caballo y mueve las orejas y tiene los ojos rojos. Por cierto que me acordé del profesor Jaime, porque el profesor Jaime tenía siempre los ojos rojos. Por cierto que el profesor Jaime era un gran tipo, y cada vez que me acuerdo de él tengo una vaina con Carlos. Porque sé que Carlos es el cochinada típico que le pone tachuelas a profesores como el señor Jaime. Cuando estaba mirando el conejo, me juré que si alguna vez Carlos tocaba el oso de mi hermanita, que también tiene los ojos rojos, lo agarraba por las patas, lo batía contra el árbol y lo volvía una cochinada. Porque es lo que merece. Juro que si alguna vez Carlos se burla del oso, lo machaco, lo aplasto, le martillo los dedos y lo reviento. Eso es lo que merece. Total que estaba viendo el conejo y ¡ah! Nada: un pollo, Dios mío, ¿cómo no se me había ocurrido? Un pollito, chiquito, metido en una caja, y ella mirando el pollo, y jugando con su pollo todos los días, y dándole de comer, y así tú puedes preguntarle por el pollo y tienes algo de qué hablar y es algo especial, es un regalo único, anda, apúrate, y salí disparado a Canilandia. Creo que se llama así: Canilandia. Y está en una callecita que se mete de Sabana Grande a la avenida Casanova. Bueno. Y entré y el señor me regaló el pollo. Ni siquiera aceptó que yo se lo comprara. Bueno. Me fui a la fuente de soda. Cuando llegué pedí una merengada. Eso fue lo que pedí. Y ahí estuve. ¡Ajo! Estaba cansado. Hay que ver, corriendo, el sol, el pollo, y lo peor es que no podía correr mucho. Pero ahí estaba. Bueno. Pedí una merengada de chocolate. Ya van a ver. Pido la merengada. Es para quedarse en casa. Francamente: pido la merengada y el imbécil del mozo viene y se queda mirando a la caja. Claro que la caja se movía, ¿no?, pero por eso no tenía que poner cara de imbécil y quedarse mirando y mirando y decirme, porque me lo dijo:

—¿Y eso?

Tuve que decírselo:

—Un regalo.

—¿Un regalo?— se sonreía con los dientes puercamente llenos de oro.

—Un regalo.

—¿Y por qué se mueve?

—Porque adentro hay un pollo —digo.

—Ah, ¿sí? ¿Un pollo?

—Sí. Eso. Un pollo.

—Qué bien— dijo el tipo. Que si qué bien. Qué tipo, francamente. Bueno. La verdad es que no sé por qué cuento lo del mozo. Lo que sí es que ya estaba poniéndome nervioso porque Julia no llegaba y eran más de las tres y media. Ya como a las cuatro, dejé la caja con la copa encima y llamé a casa de Julia. Como estaba pendiente de la caja, o sea, pensando en que a lo mejor el pollo se ponía histérico y pateaba y se armaba el relajo, estuve como media hora sin responderle a la mamá. La mamá:

—¿Aló? ¿aló? ¿aló? ¿aló?

Bueno. Por fin le pregunté por Julia.

—No está, Juan —me dijo—. ¿Eres tú, no?

—Sí. Soy yo, señora.

—Ayer vi a tu mamá. ¿Cómo estás?

—Ah, bueno...

—Me dijo que no estudiabas casi nada.

—Un poco.

—Tienes que estudiar.

—Sí, señora— palabra que eso era lo que me decía. No miento. Siguió así:

—...y portarte muy bien, mira que ya eres un hombrecito.

—Sí, señora.

—Bueno. Tú vienes al cumpleaños, ¿no?

—Sí, señora.

—Julia está como loca... ya no sabe qué hacer. Bueno, Juan. Saludos por tu casa.

—Gracias, señora.

—Adiós.

—Adiós, señora.

¿Ven? Y la caja y la copa y el mozo y Julia no llega y la vieja: es para volverse loco. Palabra. Estuve a punto de tirar el teléfono. Y lo peor es que no he terminado: apenas me siento se me acerca de nuevo el mozo. ¡Qué tipo más imbécil! Me dice:

—¿Y para quién es el regalo?

Juré que si me seguía haciendo preguntas que a ti no te importan te tiro la copa desgraciado. Eso es lo que pensaba. Y dale con el regalo. Menos mal que alguien lo llamó. Ya yo estaba realmente harto. Dale con la caja, el pollo, la vieja. "Ayer vi a tu mamá en el mercado" y que si "tienes que estudiar porque eres un hombrecito, Julia está como loca". Francamente. Y nada que llegaba la desgraciada. ¿Por qué la gente tiene que preguntar tanto? En serio: ¿para qué vienen y te preguntan que por qué tu mamá usa anteojos? ¿Ah? Palabrita que si alguien pregunta que por qué mi mamá usa anteojos le nombro la madre. Palabrita. Sinceramente le digo a sí mismo: mire desgraciado, señor, ¿qué pasa? ¿Qué le pica? ¿Nunca ha visto un pollo? ¿Nunca ha visto una señora con anteojos? ¿Ah? Dígame esa gente que viene y te dice: ¿Qué hay? O te dicen: ¿Qué has hecho? ¿Pero qué carajo les importa? ¿Ah?

Bueno. Por fin Julia llegó. Era tardísimo. La vi bajarse de su impresionante Buick negro, con su vestido de pepas, y meneándose, para todos los tipos que estaban en la fuente de soda. Julia no puede dejar de menearse y mirar a todos los tipos. Por mí que se iría con el primer tipo que le dijera: "Oye tú, mira...". Seguro. Lo único que le importa a esa carajita es menearse y poder menearle los ojos a todos los degenerados que la miran. A veces comprendo un poco por qué a la cochinada de Carlos se le ocurrió eso que me dijo y que yo no puedo contar porque juré por Dios santo que no se lo decía a nadie. Pero bueno. Llega, se sienta, se monta el vestido hasta las pantaletas, se bota el pelo para atrás, se pasa la mano por el cuello, y después que me volvió porquería, se quedó mirando la caja vacía y me dijo:

—Ajjj Dios mío, me estoy muriendo de sed.

Se me olvidó decir que justo en el momento en que la vi salir de su maldito Buick, justo en ese momento, me dio una vaina y en un segundo abrí la caja, agarré al pobre pollo, y lo escondí en el bolsillo de la chaqueta.

Me salió con que si:

—¿Llevas mucho tiempo aquí?

—No. Acabo de llegar —le dije.

—¿Qué calor, verdad?

—Sí, espantoso —dije.

—No lo aguanto —dijo ella— Puf, me muero.

Y para colmo me di cuenta que el tipo de la corbatica negra nos estaba espiando. Apenas llegó Julia me di cuenta que paró las orejas y hacía lo posible por acercarse y vamos a ver qué oímos y qué pasará con el pollo. Francamente. Deben volverse imbéciles. Que si la mesa uno un perro caliente, la mesa cuatro una hamburguesa sin tomate y otra con tomate, la mesa ocho una merengada de chocolate y una Cocacola, y la mesa dos un café negro y otro marroncito pero sin mucho café y la mesa tres un helado de mantequilla y la mesa nueve... Claro: nosotros ahí, así se divertía. No sé si se han dado cuenta la cara de loquitos tristes que tienen todos. Y además de la tristeza de loquitos llevan una corbatica de lazo. Pobrecitos. No le metía la nariz en las piernas de Julia porque no podía, y claro, porque Julia, justo cuando el pobre desgraciado la miraba, cerraba un poco las rodillas, la maldita botaba el aire, se sobaba la rodilla, y después te miraba como para que no te pusieras a llorar ahí mismo. Después que se subió más de lo que tenía subido el vestido, vino, y con su vocecita de pito, levantó un dedito y llamó al mozo. Inmediatamente pensé que el pendejo del mozo llegaba y le contaba lo del pollo. Y lo peor es que con lo del pollo, tenía que mantener el brazo en una sola posición, así, con la mano en el bolsillo, sin dejar que el pollo chillara, tapándole la jeta con los dedos, y ya sentía el brazo calambreado. Además estaba comenzando a sudar por todas partes. Era horrible. No exagero. Bueno.

El mozo llega y se para delante de Julia:

—¿Desea algo, señorita?

—Sí. Por favor...

—Dígame.

—¿Tiene Cocacola?

El tipo le dice:

—Pepsicola —y aprovecha para mirarle todo.

—¿Pepsicola?

—Pepsicola —se hizo el loco y le miró las rodillas. Julia seguía con el dedo en el aire y se soplaba un mechón de pelo que le caía sobre la nariz. Por fin parece que Julia se dio cuenta que estaba pidiéndole algo al mozo y le dijo:

—¿Tiene Orange?

—No. No hay.

—¿Qué tienen?

El mozo como que ya estaba arrecho:

—Colita, Pepsicola, Hit, Sevenup y Grin.

—¿Tienen Grin?

—Sí.

—Bueno. Entonces una merengada de chocolate.

—¿De chocolate?

—No. Bueno. Tráigame una Grin.

El mozo estaba loco:

—¿Entonces Grin?

—Perdone —dijo Julia y se rio mirándome—, tráigame un helado de chocolate.

El mozo ni siquiera la miró. Salió disparado. Pobrecito. Y a todas éstas al maldito pollo como que le dio taquicardia porque comenzó a temblar y patalear y no sé qué diablos tenía. De golpe le abrí la jeta y el desgraciado chilló. Julia me miró y me dijo:

—¿Oíste?

—No —dije.

—Como un pito.

—Un niñito —dije.

—Fue raro —siguió Julia.

—Sí. A veces pasa.

—Mamá dice que oye todo el día una avispa en la oreja.

—Qué raro.

—Sí.

Por fin miró la caja, que estaba vacía, y me preguntó:

—¿Ese es el regalo?

Yo estaba esperando desde el principio la pregunta. Por fin. Sí, pero no sabía qué diablos podía decirle, ¿no? ¿Qué se puede decir si a uno le pasa una cosa de ésas? ¿Qué dice uno? Uno no sabe qué decir. Y yo dije que no. Que ése no era el regalo.

—¿Dónde está?

"¿Dónde está? ¿Dónde está?" ¡Qué pregunta!

—Me pasó algo, Julia.

—¿Qué cosa? ¿Se te quedó en tu casa?

—Fue un problema —le dije.

—¿Te caíste? ¿Y esa caja?

—Sí. Me caí. Se rompió. Esa es la caja.

—Qué lástima —dijo. Y justo oí que el pollo eructaba o algo así.

No sé qué le pasaba al bicho. Como que estaba ahogado.

—¿Dónde te caíste?

—En una escalera —le dije.

—Palabra que lo siento, Juan —dijo.

—No importa.

—Por supuesto que importa —me dijo. Y aprovechó para agarrarme la mano. Yo sudé. Después me sonrió, cambió las piernas para que todo el mundo le mirara las pantaletas y me dijo:

—¿Te vienes conmigo?

—No, gracias Julia.

En eso fue que llegó el mozo. O Bueno. Llegó antes o después de que se subió el vestido. El tipo traía una Cocacola. La puso, después pasó el pañito por una orilla de la mesa y se perdió. Julia me preguntó:

—¿No fue un helado de chocolate lo que pedí?

—No sé —le dije. Y sí sabía.

—Ah no... es verdad —dijo—. Ahora me acuerdo que pedí una Cocacola...

Cogió el pitillo, lo metió en la Cocacola y echó una chupadita. Después se pasó la lengua por la boca, se limpió la manchita de Cocacola que tenía en los labios, y se me quedó mirando sonreída. Inmediatamente comencé a sentirme como perdido. Como levantado del suelo. Lejos y al mismo tiempo muy cerca, tanto, que podía contarle los lunares que tiene en la nariz, esos punticos como marroncitos, como rosados que tiene juntados en la nariz, y mientras más la miraba, ella más se sonreía y yo volaba más lejos de ella, con la sonrisa, sin ella, con la sonrisa sola, flotando en el aire, con su sonrisa de espuma roja, y después que había volado con la sonrisa, la sonrisa regresaba a su cara, le cubría toda su cara y yo me daba cuenta que estaba ahí, frente a ella, y me entraba en el vientre un miedito dulce. Era un miedito como cuando vamos en un auto y de golpe el auto llega a una subida, y cae, y a ti te entra algo, se te abre algo en la barriga, y se te llena la barriga de ese miedo dulce que después sientes que se te escapa y te lo deja como vacío, como con un hambre raro.

—Juan —decía—. Oye, Juan...

Ni siquiera me di cuenta que tenía el pollo en el bolsillo, palabra. No me daba cuenta de nada. Para colmo ella me decía Juan, así, suavecito, Juan, como soplando el nombre, como soplándolo con el aliento, y apenas me llegaba el nombre, apenas lo oía, y volvía a entrarme esa vaina y me quedaba más perdido y más mareado que antes.

—Juan —me dijo—. Oye. ¿Qué te pasa?

—Nada —le dije.

—Oye. Tienes una cara...

Cuando me preguntó eso sentí el calambreo en el brazo y comencé a asustarme y de verdad verdad me comencé a sentir mal.

—No, Julia —le dije—. No me pasa nada.

—Me pareció que te sentías mal —me dijo ella.

El pollo volvió como a pitar y le tapé el pico, la cabeza y todo lo que pude taparle, desgraciado si sigues te ahogo, cállate, y Julia:

—¿Seguro que no te sientes mal, Juan?

Dale con lo mismo:

—¿Segurito, Juan? ¿Seguro que no te sientes mal?

—No, Julia. No. Palabra.

—¿Segurito?

—No, Julia.

—¿Pero seguro que no? No sé, tienes una cara...

—Palabra, te lo juro.

—¿Pero palabra, Juan? ¿No quieres ir al baño, Juan?

No le tiré el pollo porque francamente. Casi se lo estripo en la cara. Y lo peor es que siguió. Ya van a ver:

—Por mí —me decía la desgraciada—. Por mí puedes ir al baño.

—Pero bueno, Julia. Si no quiero ir al baño ¿para qué voy a ir?

—Pero no te dé pena. Anda.

—Julia. Deja la cosa del baño. No tengo ganas.

—No sé, Juan. Estás sudando y tienes una cara, yo sé, te conozco, eres capaz...

—¿Capaz...?

—Capaz de aguantarte por mí.

Eso era lo último.

—¿Aguantar qué?

—Aguantarte. Yo lo sé.

—Bueno, Julia. No me estoy aguantando. Te juro que no.

Por fin como que dejó la cosa y siguió tomando su maldita Cocacola. La odiaba. Juro que la odiaba como nunca. Hasta pensé en lo que me dijo Carlos y me pareció que Carlos no era tan inmundicia como yo lo había pensado. Me pareció que Carlos tenía razón en pensar en esas inmundicias, y le rogué que lo hiciera, que le hiciera inmundicias más asquerosas todavía. Me provocaba matarla. Cuando terminó su Cocacola y dio los últimos chupitos me dijo:

—Bueno, Juanito. Te espero en casa. No faltes —me lo dijo con lástima.

Después miró la caja vacía. Y después se levantó, me echó una sonrisita de "no sufras tanto que la vida no es tan mala" y se fue meneando el culo hasta su impresionante y asquerosísimo Buick negro. Ahí abrió la puerta, levantó las patas para que yo me derritiera con sus pantaletas, y después levantó su dedito y el maldito carro se perdió de vista en la esquina.

¡Dios mío! ¿Por qué pasan esas cosas? Apenas se fue, vuelve el mozo.

Tenía que volver. No podía quedarse quieto. Tenía que volver, llegar con cara de melón y preguntarme con su vocecita de marica dulce:

—¿Le dio miedo dárselo?

¿Por qué todo, por qué me pasa, por qué? ¿Por qué nunca podré, por qué jamás he podido...? ¡Dios mío! Me sentía tan mal...

Metí la cabeza entre los brazos y por fin oí que el mozo se alejaba hacia otra mesa.

Entonces oí las risas. Apenas levanté la cara, vi que el mozo se reía junto a un gordo, y los dos me miraban. Se reían, hablaban un poco y volvían a soltar la carcajada. Yo comencé a sentirme rojo hirviendo, vi que no aguantaba más y que ese rojo hirviendo era cada vez más caliente y me quemaba más la garganta y los ojos y aflojé todo y entonces todo se me fue por los ojos y ya nada me importó entonces, lo juro, ya nada me importaba.

Cuando terminé de llorar, saqué al pobre pollo del bolsillo y me le quedé mirando: estaba tranquilito. Estaba como dormido. Me gustó pasarle la mano por su cabecita, por su cuerpo, y era tibio y bueno, y pensé que nos parecíamos los dos, él y yo, y estaba muy tibio y seguía como dormido. Estaba tan tranquilo que comencé a sentir algo espantoso. Entonces me dio frío y todo asustado lo dejé caer en el suelo.

3.26.2007

tapes n tapes - insistor



Este grupo de Minnessota hace su video debut con este single llamado "insistor". Suenan bien y el video está bueno. Compartirán tarima en Londres este mismo año, en agosto para ser más específicos, con Franz Ferdinand. ¿Dignos teloneros que cruzaron el charco para abrirle a esta gente? Ya queda de ustedes decirlo.

Disfrútenlo.

trigger happy

Dom Joly, un comediante inglés que es el rostro de este programa en el channel 4. Una muestra de que la "cámara escondida" todavía funciona... hay que reinventarla. Muy bueno.



montuno matrimonio


todo pasó en caracas,
capital de venezuela,
veinte y dos de marzo, dos mil siete.
no es abril.
es marzo.
no abril.
es marzo.
no abril.
es marzo.
no me confundan el eclesiástico con el civil,
yo tendré que repetir este montuno
porque por la iglesia es en abril.

montuno matrimonio
el civil en marzo, antonio
montuno matrimonio
el eclesiástico en abril, bartolo
montuno matrimonio
se acabó el reconcomio.

hambre de noséqué


tengo hambre mamá,
umm, milanesa con puré,
tengo hambre.

tengo hambre mamá,
una marquesa
de chocolate.

el dolor de cabeza
va y viene
viene y va

¿qué será que como?
tengo hambre
hambre de noséqué.

tengo hambre mamá
no me digas
alza la pata y come calambre

no estoy para dichos
ni refranes típicos.

este maldito mal humor
va y viene
viene y va.

¿qué será que como?
tengo hambre
hambre de noséqué.

3.20.2007

stuck in the sound - toy boy



Stuck in the sound, una banda de indie rock francés que sería excelente ver en vivo en cualquier club. Muy bueno. Ellos son cuatro: José Reis Fontao el cantante y guitarra acústica, Emmanuel Barichasse en la guitarra eléctrica, Arno Bordas en el bajo y François Ernie en la batería. Aquí el video de su single "toy boy". Disfrútenlo.

Salud.

the vines volvió hecho plastilina

iré a la clínica mental


faltan dos días, iré a la clínica mental
apenas empieza, la pieza, además
definitivamente es algo elemental
apenas empieza, la pieza, además

te consigo, sigo mi amor
¿hasta cuándo va a hacer calor?

haré mi acto de contricción
todo es una contradicción
que ¿cómo pasó y cuándo pasó?
estoy hablando solo

me he vuelto loco, un poco loco nada más
será normal, normal, será
me he vuelto loco, como todo el mundo quizá
será normal, normal, será

si por fin nos vamos a dormir
¿por qué no nos dejan vivir?

y ahora de qué van a hablar
nunca se van a callar
que ¿cómo pasó y cuándo pasó?
estás hablando sola

estar loco para la gente es comportarse para mí
una actitud ante la vida, feliz
ni hoy ni mañana entenderán jamás
lo que significa para mi la felicidad

ya me estoy volviendo loco, es verdad
es que ella me gusta, pero mal
jamás sabré lo que se siente la soledad
confío en quien me va a acompañar

¿por qué carajo me estoy volviendo loco?
si soy feliz y no necesito más
no sabes lo que estás haciendo, piensa en verdad
está bien, déjenme en paz
faltan dos días, iré a la clínica mental
me estoy volviendo loco, sólo un poco.

3.19.2007

the bird and the bee - again & again



este dúo californiano de indie pop se las trae de verdad. Greg Kurstin -productor y tecladista que ha colaborado con Beck y Red Hot Chili Peppers- e Inara George conforman con su talento una propuesta así de genuina e interesante que desde octubre del año pasado está dando vueltas. Aquí el video de su single "again & again", tremendo video y tremenda canción.

Disfrútenlo.

Salud.

3.15.2007

esto es cruel guey

tipografía rebelde


se volvió a cambiar la letra, me desconcentra
yo sé
se volvió a cambiar la letra, me desconcierta
yo sé
se volvió a cambiar la letra, ¿qué está pasando?
yo sé
a times new roman 12, ¿por qué a mí?
hay que encontrar un culpable
yo sé que es culpa de Bill Gates
times new roman 12 otra vez
yo sé
se volvió a cambiar la letra, me acabo de dar cuenta
yo sé
se volvió a cambiar la letra, me desespera
yo sé
no entiendo, si nada más le di a enter
yo sé
¿será que es una especie nueva de fetiche?
yo sé que es culpa de Bill Gates
times new roman 12 otra vez
no entiendo por qué la letra sola se está cambiando
creo que es Bill Gates contra mí está conspirando
se volvió a cambiar la letra a times new roman 12
la letra cambió solo porque le di a enter
la letra hace lo que le da la gana
cambia la letra sea mac o pc
la letra de nuevo se cambió en la pantalla
la letra me está haciendo perder la cabeza
la letra acabó con mi poca paciencia
se volvió a cambiar la letra, me desconcentra
se volvió a cambiar la letra, me desconcierta
se volvió a cambiar la letra, ¿qué está pasando?
a times new roman 12, ¿por qué a mí?

3.14.2007

esto es magnífico

frío en mi habitación


hoy me levanté y me volví a dormir
está lloviendo y hay frío, qué frío en mi habitación
no existe levantarse así
si está lloviendo y hay frío, qué frío en mi habitación

anoche puse el despertador en PM y era AM
está lloviendo y hay frío, qué frío en mi habitación
no hay motivo para despertarme
si está lloviendo y hay frío, qué frío en mi habitación

puede estar sonando la alarma del banco de abajo
suena el teléfono, el intercomunicador y el ascensor
no hay qué nos despierte, no importa un carajo
si está lloviendo y hay frío, qué frío en mi habitación

Desconfio - Pappo, Charly Garcia y Botafogo

Pappo Napolitano, Charly García y Botafogo juntos en tarima por primera vez para tocar este maravilloso blues.

Salud.

3.12.2007

la telenovela - anibal nazoa


De sus "obras incompletas", una brillante muestra de su genialidad: "la telenovela".

Salud.

«Dramón criollo más electricidad, igual telenovela». La fórmula no será muy original, pero es lo más próximo a una definición de la telenovela que podemos alcanzar con nuestro menguado presupuesto intelectual. La telenovela nació cuando Corín Tellado se decidió a seguir un curso intensivo de Electrónica y se graduó con las más altas calificaciones. Reforzada con los aportes de la tragedia desgarradora de la tradición española, representa la fase superior de la novela por entregas y tiene sobre esta la considerable ventaja de eliminar las molestias de la lectura, contribuyendo por lo tanto a mantener un sano ambiente de analfabetismo que garantiza los mejores «ratings».

El trabajo del telenovelista es aún más azaroso que el del antiguo escritor de novelas por entregas. Si bien este debía adaptarse a las necesidades del momento y al humor de los editores, al menos concebía su obra como un todo y movía sus personajes de acuerdo con una trama que estaba más o menos definida desde el principio. El libretista de telenovelas, en cambio, se limita a soltar su puñado de personajes en la escena sin tener la menor idea de lo que va a ser de ellos; solo el tiempo dirá cuál va a ser la trama y cuándo se producirá el desenlace. La explicación de esta absurda técnica está en las exigencias de la Era Atómica: muchas veces sucede, por ejemplo, que un personaje a quien el autor pensaba matar en el tercer capítulo se salva milagrosamente y se eterniza en la obra porque el Sindicato de Radio y Televisión se opone al retiro del actor que lo «encarna», como se dice en la jerga televisiva. En cambio, uno que parecía destinado a enterrar a todo el reparto, a lo mejor debe morir inesperadamente, porque en el otro canal le ofrecen doble sueldo o sencillamente porque se le venció el contrato. En una telenovela calculada para cinco personajes, de pronto uno de estos se enreda con una mujer que debía aparecer en un solo capítulo y del enredo sale un muchachito que va creciendo y exigiendo tíos, primos y amigos que complican el argumento y desequilibran el presupuesto, sin la menor posibilidad de matarlo o aunque sea mandarlo de viaje. Porque el problema esencial del telenovelista es precisamente el de saber cuándo, cómo y en qué forma se debe matar a cada personaje. Hay otros problemas menores, aunque no menos importantes, como el del mudo a quien es preciso poner a hablar para economizarse tres capítulos porque la empresa no está dispuesta a invertir un centavo más y el patrocinante está chillando. O el de la dama joven que en la obra hace de niñita inocente y se le ocurre quedar embarazada en la vida real, o el del villano que escapa al control del autor y se vuelve bueno sin permiso.

No hay, pues, normas fijas para escribir telenovelas. Todo depende del azar. Sin embargo, existe una serie de principios y recetas que vale la pena tener en cuenta, como las siguientes:

En toda telenovela debe haber un personaje que es hijo del protagonista pero no lo sabe, seguramente porque es un retrasado mental, pues en cada capítulo casi se lo dicen clarito y no hay forma de que él se dé cuenta.
La novia del galán debe ser una muchacha humilde y extremadamente buena y tener por rival a una aristócrata extremadamente mala.
La muchacha extremadamente buena debe ignorar por completo que la aristócrata extremadamente mala la odia a muerte. Es conveniente hacer que la mala se enferme para que la buena tenga la oportunidad de enfermarse ella por estarla cuidando día y noche.
Es absolutamente indispensable que en la obra aparezca una pareja de enamorados que se aman con loca pasión sin saber que son hermanos, una madre y una hija enamoradas del mismo hombre, y un apuesto joven, profesional o artista que perdió la memoria en un choque de trenes o a consecuencia de una herida de guerra.
De ninguna manera y bajo ningún pretexto, se permitirá que los malos mueran de muerte natural: siempre han de caerse por un barranco de dos mil metros, perecer aplastados por un tren al trabársele un pie en los rieles, o cuando menos asesinados por sus propios cómplices. Correlativamente, ningún personaje bueno morirá de una enfermedad vulgar como la pulmonía o la cirrosis hepática, sino de un mal misterioso desconocido para la ciencia médica; o bien morirán heroicamente al interponerse para recibir un balazo destinado al ser amado o al tirarse bajo las ruedas de un camión para salvar la vida de un cieguito.
Por último, en cuanto a lenguaje, solo se admiten dos clases de personajes: los que hablan como si a toda hora estuviesen dictando una conferencia sobre Filosofía Contemporánea y los que hablan como llaneros criollotes y todo lo arreglan con «¡Ave María Purísima!»
Ahora, por favor, enciendan sus televisores que vamos con el ejemplo:

Un capítulo de Almas destartaladas

Telenovela de Nicolás de Albayalde, el autor que achicharra el corazón de las masas.

Sala de la regia mansión de los Garnacha y Alvarejo, en las afueras de la ciudad. Edgardo, hijo mayor de don Pompilio de Garnacha y Alvarejo, habla con Amarilis de Marranátegui, la aristócrata que lo odia porque él no le quiso entregar su amor a ella sino a la modesta estudiante de Bachillerato Comercial, Brígida Peñones.

EDGARDO. No, Amarilis. Mil veces preferiría verme muerto y sin tener con qué pagar la última cuota del entierro, antes que casado con una víbora como tú. Eres el ser más despreciable que se haya cruzado en mi camino. Tu corazón es duro como bisté de pensión y tu mente torcida como el rabo del cochino.

AMARILIS. ¡Edgardo, te ruego que me escuches!

EDGARDO. ¡Nada! Yo a ti no te quiero ni regalada. ¡Apártate de mi vista antes de que pierda la cabeza y te caiga a elefantazos con este elefante de bronce! ¡Bicha!

AMARILIS. Está bien. Me voy. Pero tampoco serás para esa perra de Brígida. Ahora mismo le diré a tu pápá la verdad sobre el origen de esa...

EDGARDO (desesperado). ¡No, no lo harás! Matarías a mi anciano padre si le revelaras que la mujer amada por su hijo es hija de su archienemigo, el siniestro don Gerardo del Bofe!

AMARILIS. ¡Pues sí se lo diré, y se lo diré a ella también, le contaré cómo nació ella de una locura de carnaval de don Gerardo y cómo fue abandonada para salvar el honor de los Del Bofe, y arrastraré por el cieno el apellido Garnacha y Alvarejo!

(Entra el padre de Edgardo, don Pompilio, quien está gravemente enfermo del corazón y no se le pueden dar disgustos).

EDGARDO (entre dientes). Disimula, que ahí está el viejo... ejem ... (a voz en cuello) ...¿Y te acuerdas de la parte donde él la baña a ella en gasolina para pegarle candela y después no encuentra los fósforos? ¡Qué bien lograda! ¿no? Ah, y dígame aquella donde ella está cocinando y él le va a besar y mete la corbata en la licuadora... ¿Cómo harán ese truco tan impresionante?

DON POMPILIO. ¿De qué hablabas, hijo? Me pareció oírte discutir.

EDGARDO. No, estábamos aquí comentando la película de 1926 que pasaron anoche por televisión.

AMARILIS. Con permiso... (sale).

DON POMPILIO. Qué muchacha tan dulce, ¿verdad?

EDGARDO. Sí. Ojalá se la coman las hormigas.

DON POMPILIO. Escúchame bien, hijo: mañana comienza la cosecha de arroz con leche, así que quiero que salgas inmediatamente para la hacienda y estés aquí el miércoles, porque viene a visitarnos el Presidente de la Federación de Envenenadores de Perros... Y a propósito... ¿Brígida no ha vuelto?

EDGARDO. Casualmente, papá, ahí viene llegando. (Entra Brígida).

BRIGIDA. Buenas, don Pompi, ¿cómo le va?

DON POMPI. Aquí, hija, en esta esquina y contra las cuerdas... Bueno, los dejo porque tengo que ir a despachar una remesa de barbas de coco para Inglaterra ...

BRIGIDA. Hasta luego, pues...

EDGARDO. ¿Por qué tardaste tanto, Brígida? Cada minuto de tu ausencia es como un mordisco de burro para mi corazón atormentado. ¡Ven, vida mía, deja que mis labios sedientos de amor se posen sobre el caballete de tu nariz!

BRIGIDA. Sí, Edgardo mío, ¡muérdeme la campanilla, arráncame la tiroides, estrújame la caja del cuerpo entre tus hercúleos brazos, escachápame, mi amor!

EDGARDO. Brígida, Brígida querida, nada ni nadie podrá oponerse a nuestro amor! Somos el uno para el otro, como el pelo y el peine, la mayonesa y la langosta, el médico y la cuenta! ¡Ven, déjame que te rastrille los dientes en el occipucio una vez más!

(Se besan apasionadamente mientras la escena pasa a un oscuro corredor donde Amarilis habla con su cómplice, el torvo mayordomo Atanasio Mondraguín).

AMA. Atanasio, esta noche es la cosa. No te olvides de traer el serrucho y el ácido muriático...

ATA. No se preocupe, niña Amarilis, que tó se hará como usté lo planió. Ay tengo ya el vidrio molío con azuca, el cunaguaro * con malderrabia y los catorce kilos de almagre.

(Sale Atanasio. La cámara enfoca en close-up a Amarilis).

AMARILIS. ¡Ahora verás quién es Amarilis de Marranátegui, Edgardo de Garnacha y Alvarejo!

(Amarilis pela los dientes y queda fija en la pantalla).

LOCUTOR. ¿Qué siniestros planes está tramando la cruel Amarilis? ¿Revelará la terrible verdad a don Pompilio? ¿Logrará esta vez su criminal propósito, o fracasará como cuando trató de darle mondongo con permanganato a la inocente Brígida? No se pierda el próximo capítulo de esta emocionante novela que se transmite todas las noches a las 7 y 30 por este mismo canal y a nombre de (fanfarria)

SUPER ESTROPAX

el detergente que no se anda por las ramas y el único
que contiene Estrujol-17 y raspinflinas integrales.

*Cunaguaro: pequeño felino venezolano que es una variedad del ocelote mexicano. El ocelote, a su vez, es un pequeño felino mexicano que es una variedad del cunaguaro venezolano. Caso semejante se presenta en el Chigüires BBC, popular club de base ball mencionado en otro capítulo de la presente obra y el cual, si fuera paraguayo, no sería un club de base-ball sino de fútbol y se llamaría Capibaras FC. Así es de misteriosa la naturaleza americana.

3.09.2007

prohibido traer cámaras los viernes



feliz fin de semana.

tip y coll - qepd

grandes humoristas españoles, una pareja que se juntó de nuevo con la reciente desaparición de coll. Una risa al cielo. Un creativo, un genio, un comediante. ¿Su legado ? el humor, una de las maneras más interesantes, y difíciles, de trascender.

la argentina con la cara de ringo starr por lo de anoche


en estos tiempos donde la gente dice que las noticias le sacan caspa, esto, definitivamente merece un espacio.

Por fin, jugamos como nunca y ganamos como nunca también.

Bravo Caracas. Bravo.

Aquí el relato en el diario "El Clarín" de hoy. Disfrútenlo.

COPA LIBERTADORES : EL EQUIPO VENEZOLANO ENMUDECIO AL MONUMENTAL, QUE ASISTIO A UNA MUY MALA NOCHE DEL LOCAL

Caracas sorprendió y agrandó el interrogante del presente de River

El equipo de Passarella se fue silbado después de su segunda derrota consecutiva en sólo cinco días. El gol lo marcó Velásquez.

Hernán Castillo
hcastillo@clarin.com


Que no se confunda River con esos arrebatos anímicos que mostró en parte del segundo tiempo, con los tiros en los palos o con las atajadas con las que Toyo se transformó en figura. Porque la realidad es que anoche jugó mal, muy mal. Y fue por eso, más que por cualquier otra cosa, que sufrió una derrota histórica.

Por eso, porque nunca supo armar circuitos de juego, aquel triunfo tan festejado ante Colo Colo en Santiago en el debut en la Copa Libertadores ahora vale muy poco. Por eso, porque estuvo en desventaja 81 minutos y no encontró los argumentos para empatar el partido, ahora la rotación de jugadores planeada para el partido de la semana próxima en Quito quedó en la nebulosa.

En los cinco minutos iniciales pareció que el partido iba a ser otro. River estuvo dos veces cerca de convertir. Primero en una jugada en la que Ruben no conectó un toque atrás de Tuzzio, y luego cuando el arquero Toyo tapó bien un remate de Farías.

Pero pasada esa ráfaga, el equipo de Passarella volvió a evidenciar falta de juego, un síntoma serio que aparece cada vez que Belluschi es bien controlado, y que ya se había visto el domingo ante Argentinos.

El encargado de marcarlo anoche fue Vera, y cuando hacía falta le daba una mano Jorge Rojas. En esas condiciones, Belluschi casi nunca encontró espacios para manejar la pelota. Y las pocas veces en que sí lo hizo estaba demasiado exigido y le faltó claridad en las entregas.

Cuando era Gallardo el conductor del equipo, Belluschi aparecía como opción en la zona de creación cuando la marca asfixiaba al Muñeco. Ayer, los que completaban el mediocampo eran Zapata, Ahumada y Galván, jugadores con más condiciones para la entrega y el quite que para la creación. En síntesis, River no tenía un circuito alternativo de juego.

¿Qué opuso Caracas? Un equipo ordenado, sin lujos pero prolijo, que intentaba subir tocando la pelota y en más de un momento lo conseguía. Sólo con eso le alcanzó para ganarle a un rival desconcertado.

Caracas sorprendió a los 9 minutos. González recibió la pelota de un saque lateral, amagó ante Gerlo, sacó el centro, Carpintero se anticipó a la marca de Rivas y le sirvió la pelota al ex Quilmes Champeta Velásquez para que venciera a Carrizo. Por segundo partido seguido —ya había pasado frente a Argentinos— a River le marcaron un gol a la salida de un saque lateral...

Daba la sensación de que River tenía a mano la posibilidad del empate. Pero sus jugadores no aceleraban, como si estar perdiendo en el Monumental y frente a un rival de antecedentes modestos no fuera motivo suficiente de urgencia. Los remates de media distancia que intentaron algunos ni inquietaron a Toyo.

Hubo una reacción anímica de River en el segundo tiempo. El equipo venezolano sintió el impacto. Quedó Velásquez como único punta, Carpintero fue casi un tercer 5, y González se refugió bien atrás. El empate estuvo rondando varias veces el arco de Toyo. A los 3 el arquero tapó un remate a quemarropa de Farías. Enseguida el palo devolvió un cabezazo del mismo Farías. Y a los 21 el travesaño primero, y Toyo después impidieron la caía del arco del Caracas.

Hubo poca fortuna, pero tampoco llegaron respuestas desde el banco. Passarella mantuvo la línea de cuatro casi hasta el final pese a que Caracas jugó todo el complemento con un solo delantero. Recién a seis minutos del final hizo entrar a Andrés Ríos. Fue demasiado tarde. Esos silbidos del final todavía siguen flotando en el Monumental.

3.06.2007

un link: minimiam


un proyecto de dos: una japonesa y un francés. ¿sus nombres? Akiko Ida y Pierre Javelle. Se conocieron en Paris en la escuela de arts décoratifs y llegaron a esto: minimiam. Definitivamente algo increíble. Vale la pena totalmente.

cold war kids - "hang me up to dry"

Excelente banda de indie rock de California que salió al tapete en el año 2006. Una esperanza para el rock. Gran video, gran canción y GRAN PÁGINA WEB www.coldwarkids.com. No se la pierdan.

Salud!

3.05.2007

cuidado gato bravo

se vende


Un amigo de un amigo -que ama el capitalismo con fuerza- de un primo de un vecino de un compañero de trabajo de un conocido de un pana de un cuñado del compadre de un tío de un padrino de un amigo de la infancia de una amiga de su hermana de un ahijado de un famoso de un cómo es que se llama de un no me acuerdo el nombre de un nombre -que me suena- de una persona -que no me quiero acordar ahora- de una mujer de un amigo de un conocido de fulano de mengano de zutano de alguien -que no quiso decir su nombre- del que no lo sabe lo inventa de el consentido de su mamá de el hijo de papá de quien no tiene miedo -pero necesita la plata- de la misma familia de fulanito de menganito y zutanito de alguien que todos conocemos de por ahí de por allá de antes de ahora de toda la vida de por la calle de por la casa de por la cuadra de mi parroquia de donde vive él de donde vive ella

VENDE
SIN INTERMEDIARIOS

Eso que tú que yo y un amigo de un amigo de un amigo -que ama el capitalismo con fuerza- de un primo de un vecino de un compañero de trabajo de un conocido de un pana de un cuñado del compadre de un tío de un padrino de un amigo de la infancia de una amiga de su hermana de un ahijado de un famoso de un cómo es que se llama de un no me acuerdo el nombre de un nombre -que me suena- de una persona -que no me quiero acordar ahora- de una mujer de un amigo de un conocido de fulano de mengano de zutano de alguien -que no quiso decir su nombre- del que no lo sabe lo inventa de el consentido de su mamá de el hijo de papá de quien no tiene miedo -pero necesita la plata- de la misma familia de fulanito de menganito y zutanito de alguien que todos conocemos de por ahí de por allá de antes de ahora de toda la vida de por la calle de por la casa de por la cuadra de mi parroquia de donde vive él de donde vive ella donde ahora todo se puede comprar y que para todo lo demás existe mastercár porque con visa la vida es ahora

VENDE
SIN INTERMEDIARIOS

ESO QUE SE COMPRA Y QUE SE VENDE

Eso sí:

Ni se compra ni se vende el cariño verdadero ni se compra ni se vende no hay en el mundo dinero para comprar los quereres.

A la oferta, la demanda y si por esto me gano una, que me digan de cuánto es la oferta, pero sin intermediarios.

yo no se dónde


el sabor se está acaparando al norte de Suramérica
¿ahora somos del norte?
mejor vámonos pal monte
¿si no, para dónde?

la integración suramericana es imperialista
¿nos estamos poniendo como el norte?
mejor vámonos pal monte
me lo dijo el conde

estamos en la Roma del imperio del narcotráfico
¿seguimos negociando con el norte?
mejor vámonos pal monte
en los ojos colirio ponte

el cencerro y la campana están formando marchas
¿la salsa se está bailando en el norte?
mejor vámonos pal monte
las cacerolas de la señora aponte

el imperio del mal le está ganando al del bien
¿estamos haciendo lo mismo que allá en el norte?
mejor vámonos pal monte
para yo no se dónde

para yo no se dónde
a las montañas de sorte
mejor vámonos pal monte
con un machete que corte
mejor vámonos pal monte
a guarachar con mi consorte
mejor no, vámonos pal norte
para yo no se dónde

3.01.2007

el diente roto de pedro emilio coll


esto lo leí cuando tenía aproximadamente menos años de los que tengo ahora, porque tampoco es que fue así: "túkiti, crecí de una", no?

Esto es excelente. Disfrútenlo.

Salud!

El diente roto
Pedro Emilio Coll

A los doce años, combatiendo Juan Peña con unos granujas recibió un guijarro sobre un diente; la sangre corrió lavándole el sucio de la cara, y el diente se partió en forma de sierra. Desde ese día principia la edad de oro de Juan Peña.

Con la punta de la lengua, Juan tentaba sin cesar el diente roto; el cuerpo inmóvil, vaga la mirada sin pensar. Así, de alborotador y pendenciero, tornóse en callado y tranquilo.

Los padres de Juan, hartos de escuchar quejas de los vecinos y transeúntes víctimas de las perversidades del chico, y que habían agotado toda clase de reprimendas y castigos, estaban ahora estupefactos y angustiados con la súbita transformación de Juan.

Juan no chistaba y permanecía horas enteras en actitud hierática, como en éxtasis; mientras, allá adentro, en la oscuridad de la boca cerrada, la lengua acariciaba el diente roto sin pensar.

—El niño no está bien, Pablo —decía la madre al marido—, hay que llamar al médico.

Llegó el doctor y procedió al diagnóstico: buen pulso, mofletes sanguíneos, excelente apetito, ningún síntoma de enfermedad.

—Señora —terminó por decir el sabio después de un largo examen— la santidad de mi profesión me impone el deber de declarar a usted...

—¿Qué, señor doctor de mi alma? —interrumpió la angustiada madre.

—Que su hijo está mejor que una manzana. Lo que sí es indiscutible —continuó con voz misteriosa— es que estamos en presencia de un caso fenomenal: su hijo de usted, mi estimable señora, sufre de lo que hoy llamamos el mal de pensar; en una palabra, su hijo es un filósofo precoz, un genio tal vez.

En la oscuridad de la boca, Juan acariciaba su diente roto sin pensar.

Parientes y amigos se hicieron eco de la opinión del doctor, acogida con júbilo indecible por los padres de Juan. Pronto en el pueblo todo se citó el caso admirable del "niño prodigio", y su fama se aumentó como una bomba de papel hinchada de humo. Hasta el maestro de la escuela, que lo había tenido por la más lerda cabeza del orbe, se sometió a la opinión general, por aquello de que voz del pueblo es voz del cielo. Quien más quien menos, cada cual traía a colación un ejemplo: Demóstenes comía arena, Shakespeare era un pilluelo desarrapado, Edison... etcétera.

Creció Juan Peña en medio de libros abiertos ante sus ojos, pero que no leía, distraído con su lengua ocupada en tocar la pequeña sierra del diente roto, sin pensar.

Y con su cuerpo crecía su reputación de hombre juicioso, sabio y "profundo", y nadie se cansaba de alabar el talento maravilloso de Juan. En plena juventud, las más hermosas mujeres trataban de seducir y conquistar aquel espíritu superior, entregado a hondas meditaciones, para los demás, pero que en la oscuridad de su boca tentaba el diente roto, sin pensar.

Pasaron los años, y Juan Peña fue diputado, académico, ministro y estaba a punto de ser coronado Presidente de la República, cuando la apoplejía lo sorprendió acariciándose su diente roto con la punta de la lengua.

Y doblaron las campanas y fue decretado un riguroso duelo nacional; un orador lloró en una fúnebre oración a nombre de la patria, y cayeron rosas y lágrimas sobre la tumba del grande hombre que no había tenido tiempo de pensar.

incitación al delito


The Rules of Wedding Crashing:
Rule #1: Never leave a fellow Crasher behind. Crashers take care of their own.
Rule #2: Never use your real name.
Rule #3: When crashing an Indian wedding, identify yourself as a well-known immigrant officer or a county lawyer.
Rule #4: No one goes home alone.
Rule #5: Never let a girl come between you and a fellow crasher.
Rule #6: Do not sit in the corner and sulk. It draws attention in a negative way. Draw attention to yourself, but on your own terms.
Rule #7: Blend in by standing out.
Rule #8: Be the life of the party.
Rule #9: Whatever it takes to get in, get in.
Rule #10: Invitations are for pussies.
Rule #11: Sensitive is good.
Rule #12: When it stops being fun, break something.
Rule #13: Bridesmaids are desperate: console them.
Rule #14: You're a distant relative of a dead cousin.
Rule #15: Fight the urge to tell the truth.
Rule #16: Always have an up-to-date family tree.
Rule #17: Every female wedding guest deserves a wedding night.
Rule #18: You love animals and children.
Rule #19: Toast in the native language if you know the native language and have practiced the toast. Do not wing it.
Rule #20: The older the better, the younger the better (see Rule below)
Rule #21: Definitely make sure she's 18.
Rule #22: You have a wedding and a reception to seal the deal. Period. No overtime.
Rule #23: There's nothing wrong with having seconds. Provided there's enough women to go around.
Rule #24: If you get outed, leave calmly. Do not run.
Rule #25: You understand she heard that but that's not what you meant.
Rule #26: Of course you love her.
Rule #27: Don't over drink. The machinery must work in order to close.
Rule #28: Make sure there's an open bar.
Rule #29: Always be a team player. Everyone needs a little help now and again.
Rule #30: Know the playbook so you can call an audible.
Rule #31: If you call an audible, always make sure your fellow Crashers know.
Rule #32: Don't commit to a relative unless you're absolutely sure that they have a pulse.
Rule #33: Never go back to your place.
Rule #34: Be gone by sunrise.
Rule #35: Breakfast is for closers.
Rule #36: Your favorite movie is "The English Patient".
Rule #37: At the reception, one hard drink or two beers max. A drunk crasher is a sloppy crasher.
Rule #38: Girls in hats tend to be proper and rarely give it up.
Rule #39: The way to a woman's bed is through the dance floor.
Rule #40: Dance with old folks and the kids. The girls will think you're "sweet."
Rule #41: Never hit on the bride -- it's a one way ticket to the pavement
Rule #42: Try not to break anything, unless you're not having fun.
Rule #43: At the service, sit in the fifth row. It's close enough to wedding party to seem like you're an invited guest. Never sit in the back. The back row just smells like crashing.
Rule #44: Create an air of mystery that involves some painful experience when interacting with the girl you're after. But don't talk about it.
Rule #45: Always remember your fake name! Rehearse it in advance and make sure you know your fellow Crasher's code-name as well!
Rule #46: The Rules of Wedding Crashing are sacred. Don't sully them by "improvising."
Rule #47: You forgot your invitation in your rush to get to the church.
Rule #48: Make sure all the single women at the wedding know you're there because you've just suffered either a terrible breakup or the death of your fiancée.
Rule #49: Always work into the conversation: "Yeah, I have tons of money. But how does one buy happiness?"
Rule #50: Be pensive! It draws out the "healer" in women.
Rule #51: Always pull out in time.
Rule #52: Tell any woman you're interested in that you'd love to stay put but you promised to help out at the homeless shelter today.
Rule #53: It's time to put your Drama Lessons in practice! Get choked up during the service. The girls will think you're "sensitive". Bring a slice of onion or artificial tears if necessary.
Rule #54: Avoid virgins. They're too clingy.
Rule #55: If pressed, tell people you're related to Uncle John. Everyone has an Uncle John.
Rule #56: Don't fixate on one woman. ALWAYS have a back-up.
Rule #57: When seeing a rival Crasher, do not interact: merely acknowledge each other with a tug on the earlobe and gracefully move on.
Rule #58: The Ferrari's in the shop.
Rule #59: If two rival crashers pick the same girl, the crasher with the least seniority will respectfully yield.
Rule #60: No "chicken dancing": no exceptions.
Rule #61: When crashing out of state, request permission from the local Wedding Crasher chapter.
Rule #62: No more than two weddings a weekend. More and your game gets sloppy. You'll also attract unwanted notice.
Rule #63: Bring an extra umbrella when it rains. Courtesy opens more legs than charm.
Rule #64: Always save room for cake.
Rule #65: When your crash partner fails, you fail. No man is an island.
Rule #66: Smile! You're having the time of your life.
Rule #67: Mix it up a little. You can't always be the man with the haunted past.
Rule #68: Dance with the Bride's grandmother.
Rule #69: No sex on the altar. Confessionals, okay. Chair lofts, better.
Rule #70: Two shutouts in a row? It's time to take a week off. Ask yourself: what is it that is getting in the way of my happiness?
Rule #71: Research, research, research the wedding party. And when you are done researching, research some more.
Rule #72: Studies have shown that women have a more developed sense of smell. Breath mints: small cost, big yield.
Rule #73: Keep interactions with the parents of the bride and groom to a minimum.
Rule #74: In case of emergency, refer to the rulebook.
Rule #75:
Rule #76: No excuses. Play like a champion.
Rule #77: Carry extra protection at ALL times.
Rule #78: The unmarried female rabbi: is she fair game? Of course she is.
Rule #79: The tables furthest from the kitchen always get served first.
Rule #80: Stop, look, listen. At weddings. In life.
Rule #81: Occasionally bring a gift: you're getting sex without having to buy dinner, so you can afford a blender.
Rule #82: Always think ahead but always stay in the moment. Reconcile this paradox and you'll not only get the girl, you might also get peace of mind.
Rule #83: Don't let the ring bearer bum your smokes. His parents may start to ask questions.
Rule #84: Stay clear of the wedding planner. They may recognize you and start to wonder.
Rule #85: Don't use the "I have two months to live" bit: not cool, not effective.
Rule #86: Shoes say a lot about the man.
Rule #87: Always choose large weddings. More choice. Easier to blend.
Rule #88: You're from out of town. ALWAYS.
Rule #89: Know something about the place you say you are from, whether be from another US state or another country. Texas is too-played out. For some reason, England, Germany or even New Hampshire seem to work. Master the accents convincingly, and you've nailed them!
Rule #90: Of course you dream of one day having children.
Rule #91: Never dance to "What I Like About You." It's long past time to let that song go. Someone will request it at every wedding. Don't dance to it. No matter how hot the girl.
Rule #92: Tell the bride's friends and family that you are family of the groom and visa-versa.
Rule #93: Only take one car. You never know when you'll need to make a fast escape.
Rule #94: Deep down, most people hate themselves. This knowledge is the key to most bedroom doors.
Rule #95: Try not to show off on the dance floor. This means you Jeremy.
Rule #96: Etiquette isn't old-fashioned. It's sexy.
Rule #97: Catholic weddings: the classic dilemma: painfully long ceremony: horny girls.
Rule #98: The newspaper Wedding Announcements are your racing form. Choose carefully.
Rule #99: Be judicious with cologne. Citrus tones are best.
Rule #100: Save the tuxes for "the big show" only.
Rule #101: Avoid women who were psychology majors in college. There is no kind of woman more clingy and persistent than a psychologist investigating your story later on.
Rule #102: No periwinkle colored ties, please.
Rule #103: Always have an early "appointment" the next morning.
Rule #104: Be well groomed and well-mannered.
Rule #105: Never cockblock a fellow Crasher. Cockblocking an invited guest--okay.
Rule #106: Eat plentiful, digest your food. You'll need the energy later.
Rule #107: Know when to abandon ship if it ain't floating.
Rule #108: Know your swing and salsa dancing. Girls love to get twisted around.
Rule #109: Always carry an assortment of place cards to match any wedding design.
Rule #110: Make sure your magic trick and balloon animal skills are not rusty. If the kids love it, the girls will too.
Rule #111: Never have sex with bride or groom's mother even if she is the hottest bombshell at the wedding. Just control yourself.
Rule #112: Have FUN! It's why you're there!
Rule #113: Don't look for opportunities; make them.
Rule #114: 3-4 months to wedding crash--funerals are year round!
Rule #115: Never walk away from a crasher in a funny jacket. (The rule that Jeremy makes up to insult John)