6.16.2009

día shuffle


Muy tarde en la noche puse el despertador con el Ipod. No me dí cuenta que estaba en shuffle y no lo llegué a apagar. Apagué el despertador, sí. Pero ahí quedaron toda la noche, uno tras otro, en aleatorio, como en la plaza que divide al cielo, el purgatorio y el infierno de la música. Allí estaban todos dando vueltas.

Hasta que a la hora de despertarse, se prendió.

Como si hubiese estado escrito en la tarjeta de casualidad del monopolio, estaba sonando Judy is a Punk de Ramones. Se podrán imaginar mi día: Salto. Al baño. Al clóset. A la moto. Como 8 canciones. El tren. Como 12 canciones. La oficina.

Camino por el lobby y me monto en el ascensor. Pero justo cuando se van a cerrar las puertas, suenan otra vez. Ramones. I don’t wanna grow up. Se podrán imaginar. Ya le toqué al botón de abrir las puertas y mandé todo al carajo. Comenzando por el pendejo del guardia que todas las mañanas me mira de arriba a abajo. Lo veo. Me mira. Mi mano abierta a la altura del pecho. Meñique, anular e índice abajo. Ándate al carajo.

La oficina. El tren. Como 12 canciones. La moto. Como 8 canciones. Al baño y a dormir.

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