8.03.2008

las decisiones de vida



Vida tomaba malas decisiones, siempre. Desde darle al despertador un golpe para apagarlo y llegar tarde siempre por decidir dormir “cinco minutos más”, hasta cuando se acostaba y medio dormida decidía programar el despertador, sin darse cuenta de que lo ponía en P.M. en vez de en A.M.

En los restaurantes de carne pedía pescado, en los italianos pedía hamburguesa y en las areperas pedía carpaccio, y no se trataba de que tuviese mal gusto, simplemente era así: equivocada. En las luces rojas decidía pasárselas –por lo que tenía su carro redondo de la cantidad de golpes que les daba-, y ni hablar de cuando tenía que decidir entre algún pretendiente u otro.

Para alguien que no le salía bien nada, Vida tenía un estilo de vida muy relajado, ¡y qué bien que le venía! No se preocupaba en lo más mínimo por nada. Todos sus amigos eran desechables, como cada una de las etapas de su vida, constantemente cambiantes y sin rumbo definido. Cada cierto tiempo cambiaba de amigos, de gustos, de maneras de vestir, de corte de pelo, todo consecuencia de sus malas decisiones.

Como era de esperarse, de sus citas favoritas destacan: "de los errores aprende la gente" y el más favorito de los favoritos suyos, como le encantaba decir a veces, "el sentido común es el sentido menos común entre los seres humanos".

A veces se engañaba a sí misma, en el momento de tomar decisiones importantes, creyendo que iba a tener que pensar las cosas mucho tiempo, como si eso significara que le iba a llevar a tomar la decisión correcta esta vez, algo que irremediablemente jamás le pasaba.

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