5.10.2007
Laureano Márquez - Vértigo (extraido del diario "Tal Cual" 04/05/07)
No sé qué está sucediendo en el país. Nadie lo sabe realmente. Sólo que, algunas veces, uno siente que los acontecimientos se aceleran como el carrito de una montaña rusa (Saludos a Putin) y hacen tres tirabuzones con dos rizos dentro del rizo.
Uno, por ejemplo, se encierra durante cuatro horas para representar la ópera El Empresario de Mozart, en el sótano del Trasnocho Cultural (Valga la oportunidad para decir que quedan pocas funciones y que no deben perdérsela y que mañana la estaremos presentando en Maracay, en el Teatro de la Ópera), donde no hay cobertura de celular y, al salir, el país es otro y sus circunstancias mucho más graves:
Estamos en conflicto con otras naciones; la banca a punto de ser estatizada (Y uno tiene que salir, a esa hora, corriendo al cajero automático para salvar algo) ; un militar preso por andar tirando… (Según Claudio Nazoa, mi informante, tirando papeles conspirativos en Fuerte Tiuna, pero él hace una conveniente pausa, cuando te lo cuenta, para hacerle creer a uno que ya hasta lo más íntimo está prohibido)… panfletos; el whisky amenazado de muerte y la Polar y la Regional cerradas (Sólo esto último habría aniquilado de un solo zarpazo a cualquier gobierno anterior.
Esto me da pie para pensar que lo que Esteban procura es llevarnos más allá del límite, para ver hasta dónde realmente somos capaces de soportar. Esto es un laboratorio político y ayer era el cumpleaños de Maquiavelo) ; Sidor nacionalizado, RCTV cada vez más cerrado; anuncio de nuevo golpe militar. Todo en cuatro horas. Ya el fin de semana anterior también había probado desconectarme un día en un lugar sin cobertura y al regreso ya no estábamos en la OEA, ni en el Fondo Monetario ni en el Banco Mundial.
Me imagino que para coordinar todo este conflicto permanente multipolar y llevar la secuencia de su desarrollo, tiene que existir una suerte de “sala situacional”, o algo así, con un sofisticado equipo multidisciplinario de politólogos, sociólogos, militares, economistas, cada uno con su computadora y ubicados frente a una pantalla gigante, como los controladores de la NASA que acostumbramos ver en las películas dirigiendo el progreso de una misión espacial. Me imagino la escena en medio de agitación y corre-corre febril:
—Por favor… Llamen a Jorge…
—OK… Inicio de secuencia de conflicto con Estados Unidos… ¡Ahora!
—¡Secuencia iniciada!… Denuncia de la CIA en progreso…
—¡Cierre de Polar!… Vamos, ¡cierre de Polar!… ¿Qué sucede?
—… Hay cola en Los Cortijos…
—Vayan en helicóptero… ¡De inmediato!
—Sí, señor…
—Que alguien me diga cómo va el enfrentamiento con Aznar y si estamos mal o bien con el gobierno de México, que se me olvidó…
—Preparando mentada de madre a Lula…
—¡Nooo!… ¡Aborten! ¿Quién dio esa orden?…
—… Es que yo pensé que lo del etanol…
—¡Pues no piense… !
Es que debe ser complicadísimo abrir tantos frentes de batalla y llevar la secuencia de todos simultáneamente y de memoria. Ya entiendo por qué le pasan tantos papelitos cuando habla. Son informes regulares de la sala indicándole, según un plan cuidadosamente articulado, el estado y fase de cada conflicto, para hacer cada nuevo anuncio en el momento preciso y retomar cada pleito en el punto correcto de su evolución. Tarea delicada y nada envidiable.
La angustia y el vértigo que muchos sentimos es que llegue el momento en que esta gran nave de cinco motores —de tanta marcha y contramarcha— quede a la deriva, sin control, en la infinitud del espacio chocando con cuanto planeta y meteorito se le ponga por delante hasta que alguien desde la cabina de mando diga:
—Caracas… We have a problem!
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1 comentario:
Como siempre tan agudo Laureano. Gran artículo. ¡Dame más pichirre!
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