1.09.2007

Cosas que, sin ellas, la vida no valdría la pena vol. 1


Todos los días nos topamos con demostraciones de que Dios existe, en nuestros paladares, en nuestros oídos, frente a nuestros ojos, cosas que por más minúsculas y cotidianas, hacen que esta vida valga la pena. Puede que estas primeras líneas parezcan sacadas de un libro de alguna editorial de autoayuda o de corte espiritual, pero la verdad es que es otra cosa. Es algo distinto.

Hay cosas como las papas fritas, que son una de esas cosas que hacen que esta vida valga la pena, para gente que conozco y que no conozco tanto, esto es un hecho. Un fino trozo de ese tubérculo expuesto a las más altas temperaturas de ese líquido, que bien puede ser aceite vegetal o manteca los tres cochinitos, es un factor determinante en la alegría de pequeños y grandes. “No tiene sentido esta vida sin las papitas de Mc Donalds” dicen por ahí, y es verdad, ¿qué sería de los niños sin las papitas? Hay que ver lo importante que se han convertido en la vida de todos nosotros: a la hora del almuerzo, de la merienda y hasta en la cena. Con salsa de tomate, con mayonesa, con ambas, con mostaza, con cualquier salsa, con limón, con sal, con pimienta, con helado, con carne, con pescado, con pollo, con lo que sea parecen ser buenas las papas fritas.

Las papas fritas son un alimento ordinario para muchos y una delicia para otros, que por más que quieran etiquetar de cotidiano y burdo, ha servido de musa, y cómo no, a artistas de la talla de Neruda y Van Gogh, quienes han representado a este tubérculo en sus piezas con mucho respeto y admiración, como en la “Oda a las papas fritas” de Neruda que tenemos a continuación:

“Chisporrotea
en el aceite
hirviendo
la alegría
del mundo:
las papas
fritas
entran
en el sartén
como nevadas
plumas
de cisne matutino
y salen
semidoradas por el crepitante
ámbar de las olivas.
El ajo
les añade
su terrenal fragancia,
la pimienta,
polen que atravesó los arrecifes,
y
vestidas
de nuevo
con traje de marfil, llenan el plato
con la repetición de su abundancia
y su sabrosa sencillez de tierra.”

A las papas fritas un merecidísimo homenaje, por ser más que uno de los contornos favoritos de todos nosotros… por ser una de esas cosas que, sin ellas, la vida no valdría la pena.

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