11.24.2006

La educación preescolar de hoy en día


Recuerdo que hace unos veinte años atrás, aproximadamente, la educación preescolar que recibíamos era distinta a la de estos días, aunque los contenidos del pensum eran casi los mismos. Ahora es otra cosa. La forma es otra y de manera radicalmente distinta.

Antes las profesoras podían ser fácilmente las mamás de uno. Tendrían pasados los treinta y tantos años, y en casos atípicos, algunas podían parecer incluso las hermanas menores de sus colegas. Pero aún así, no se veían muy jóvenes que digamos. Por esto, proyectaban esa imagen de respeto y cariño para uno, pues inconscientemente las veíamos como una suerte de mamás.

El amor en el preescolar de aquellos tiempos se basaba única y exclusivamente, al menos en los tiempos en que mi generación estuvo en el preescolar, en enamorarse de alguna compañerita y andar como uña y mugre en los recreos, y en casos de amor desmedido, también era así en el salón y compartían hasta la comida de la lonchera, el jugo del termo de los transformers, la oreo gigante, etc. Etc. Etc. Precisamente por esto, enamorarse de la maestra estaba muy mal visto, a excepción del primer amor de mucha gente: la maestra Jimena de Carrusel.

El contenido sigue siendo el mismo… y nos aseguramos de ello cuando todavía la oración de “Mi mamá me mima” forma parte del plan de enseñanza y referencia obligada de los primeros libros de lectura. Eso está perfecto, a menos que incorporen frases como “mi mamá se ha divorciado varias veces” o “mi mamá mantiene a mi papá” e incluso “mis papás se hicieron ricos con este y con los gobiernos de antes”, pero como este no es el caso, nos limitaremos a evaluar la forma de ahora.

Las profesoras de los preescolares de ahora podían ser fácilmente participantes del casting para convertirse en una de las Chicas Polar, el staff de meseras de Hooter´s, etc. Etc. Etc. Pero claro, bajo el uniforme reglamentario con su delantal de colores, a parecer sugerentes para los niños. Ninguna pasa de los veinte y tantos años, y ahora cuentan con la figura de pasantes que son aún menores y que podrían ser fácilmente la amiga de tu hermana que siempre te verá como un niño pero que te obsesiona desde el primer momento que la viste.

La imagen que estos niños tienen de sus profesoras puede ser la misma que uno tenga, claro está que no utilizarían las expresiones que uno usara en esos casos dada su aparente ingenuidad, pero al menos algún pensamiento, puro o impuro, tendrán con sus maestras. Prueba de ello son los altos índices que cada año se duplican, de casos en que los niños se enamoran de sus profesoras, principal causa de el sentido de competitividad en estas nuevas generaciones, por ganarse lo que antes era una calcomanía de una carita feliz: una sonrisa y hasta un beso de la profesora a la hora de la salida. La fórmula parece perfecta, dando como resultado a niños más pilas, más productivos y más eficientes hasta en el dibujo libre.

Lo alarmante de este asunto del preescolar es otra cosa. Lo que causa verdadero asombro y perplejidad es ver que ya las mamás no son quienes dejan a sus niños en el colegio como era antes, ahora parece que los papás son quienes llevan esa tarea, un hecho público y notorio que demuestra ese viejoverdismo muy común en estos días, ligándola para que sus hijos se ganen una citación e incitándolos a que se comporten mal reiteradamente con persiguiendo el mismo fin: la maestra.

A lo que hemos llegado…

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