11.27.2006

una reflexión con un mayor de edad


Me cansé de la gente fatua.

Ya está bueno de esas etiquetas de “mono”, “sifrino”, “intenso” y demás. No está bien. Ya basta de eso.

Lo único que demostramos con eso es el profundo problema que actualmente tenemos: un problema de una dimensión lamentable a nivel cultural y social.

Pareciera que la gente es así: los que van a Le Club, los que iban a la Belle Epoque, y los que van a Las Mercedes. Lo quieran o no, tienen muchas semejanzas: todos bailan reggaetón con unos palos encima, bailan merengue, toman cerveza, güisqui o ron, es el mismo “paveo” que tanto odian pero en sitios distintos, con ropa distinta (a veces) y con apellidos distintos. Pero sinceramente, esos “paveos” TODOS ELLOS son de condenar por todos nosotros, de lo mismo que se quejan del otro lo hacen igualito pero con mayor o menor “intensidad”. Se creen unos mejores que otros cuando en verdad todos somos iguales y que lo verdaderamente importante está en las cosas que trascienden la movida nocturna y que vemos que todos nos encontramos en salones de clases, cumpleaños, conciertos, etc.

Como decía Trino Mora, “sé tu mismo”. Ya está bueno de los fatuos intensos, sifrinos o “monos”… tengan personalidad.

Pareciera que lo único que los une es la estupidez, la falta de criterio y la ridiculez que comparten.

¿Qué es eso de estar etiquetando a la gente de esa manera tan despectiva? Eso está muy mal, y por eso es que el resentimiento cada vez es más explícito y la división es cada vez más obvia en vez de acercarnos cada día a la unión y al respeto, que es lo que debería ser la meta.

Busquemos eso que nos une en vez de lo que nos separa. Hay cosas en las que estamos muy de acuerdo: Norkis Batista, el béisbol, ganar el mundial de béisbol y el sueño de que alguna vez en el álbum Panini que coleccionamos TODOS cada cuatro años, aparezca la selección y que se oiga el himno antes de empezar un juego…

Y que viva el ron que es más de aquí que el güisqui, que tanto nos gusta.

Que viva.

Pero que viva también el güisqui, por supuesto.

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